InicioLo GlobalInforme especial: El miedo y la violencia ruidosa en Colombia

Informe especial: El miedo y la violencia ruidosa en Colombia

(Nota publicada el 23 de octubre de 2020). Según la Oficina del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) este año, en Colombia, verificó 42 masacres y están en estudio otras 13 situaciones similares. Miembros de la organización condenaron el martes 20 de octubre los múltiples asesinatos que incluyen líderes y lideresas sociales, jóvenes y menores de edad. Pero tanto ciudadanía como expertos se preguntan ¿por qué el país no ha podido salir de esta espiral de violencia?, ¿cuáles son las alternativas para lograr la paz? En este informe especial, UniDiario presenta algunas de las posturas.

Contexto violento colombiano

Las masacre ocurren en Colombia, generalmente aunque no de manera exclusiva, en zonas rurales con altos niveles de pobreza y poca presencia del Estado. Carlos Ruiz Massieu, jefe de la Misión de la Verificación de la ONU en Colombia, ante el Consejo de Seguridad, comentó en un boletín de prensa que es necesario implementar políticas públicas para derribar grupos armados ilegales y cumplir las promesas del Acuerdo de Paz.

En Colombia, entre 1958 y 2012, según la última más reciente estadística de Masacres del Centro Nacional de Memoria Histórica, se encontró que en 54 años se han dado 1.982 casos de este tipo con 11.751 víctimas, además de 15 municipios en estado crítico. Según el documento, los perpetradores de estos hechos fueron en un 58% por paramilitares, el 17%, las  guerrillas y el 14,8%, grupos armados no identificados.

Pero más que una cifra, estos datos cuentan historias, como la de  Johana Amaya, víctima del conflicto armado. “Uno no los ve todos los días, de vez en cuando pasan haciendo rondas por las fincas. Entran como si fuera la casa de ellos, dando órdenes y no podemos decir que no, ellos llegan armados y si no les gusta algo, lo van matando a uno”.

Una señora que vivía ahí enseguida me dijo: “Ahí viene el Ejército”. “¡Yo ya no me escondo! ¡Que me lleven!”. Ella me dijo: “¡Mire para atrás!” y vi que llevaban a mi hijo encapuchado, todo tapado. Cuando él me vio, se despidió moviendo su mano. Yo traté de irme detrás, pero me dijeron que no me fuera porque me pateaban. Yo dejé que siguieran. Él venía todo aporreado, andaba como cojo y yo dije: “Mi hijo no anda cojo…Me van a matar a mi muchacho”. Foto recreada

La violencia y el poder

“La violencia está eternamente ligada al campo del poder. La fuerza se vive entre las clases bajas, pero se gesta en las clases altas”, comenta Juan Sebastian Osorio Carvajal, sociólogo. Colombia es un país que explica sus círculos de violencia por condiciones estructurales como situaciones de desigualdad, injusticias sociales que reconfiguran las dinámicas conflictivas. “Es muy importante pensar que esas condiciones no logran ser transformadas, por el contrario, se generan nuevos conflictos y de manera recurrente crean otro nuevo tipo de afectados, comunidades y grupos sociales que son vulnerados”, afirma Laura Montoya López, trabajadora social e integrante del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes y Estado Movice.

“Para los actores armados, las masacres fueron centrales en sus estrategias de control de la población, por su capacidad para generar terror, desterrar y destruir a las comunidades”. Cuenta el Informe General del Grupo de la Memoria Histórica. Foto recreada

Mario Hernán López Becerra es experto en conflicto, paz y derechos humanos, asegura que, en estos momentos, las masacres aparecen de nuevo en los territorios, como ocurrió en otros momentos de la historia del país. Asimismo, se presenta en forma de intimidación, por parte de actores armados, que quieren apropiarse de algún recurso.

López Becerra cita a Johan Galtung, especialista internacional en estos temas, quien explica un tipo de violencia directamente asociada con la muerte, la aniquilación física y el daño psicológico de otros. El autor la relaciona con el conflicto armado.

Pero hay otras agresiones menos visibles pero igualmente poderosas. La violencia estructural, las desigualdades que para el experto en Colombia se identifican en temas como la inequidad, la propiedad de la tierra, diferencias entre ingresos económicos, la brecha tecnológica, etc.

“Vemos que viene un viejito con un muchacho, un jovencito por ahí de 15 años. El viejito lloraba así agachado y el muchacho lloraba y decía: “Los mataron a todos” El “Pelao” era como si tuviera el cuerpo en la tierra y el alma en otra parte, porque él tenía la mirada perdida como no sé adónde… Ahí fue cuando dijeron que habían tirado una pipeta”. Foto recreada

Osorio Carvajal afirma que la violencia es producto del aferramiento de determinadas familias al poder. Primero está el conflicto armado interno entre federales y centralistas en los años de la independencia, luego la guerra entre liberales y conservadores, lo que llevó al Frente Nacional en 1958. Este acuerdo, que no tuvo en cuenta a los movimientos de izquierda llevó, además de otras razones, el nacimiento de las guerrillas. Esta situación hizo que nacieran los paramilitares y, desde hace algunos años, se habla de Grupos Armados Organizados (GAO). Al final la pregunta y la respuesta de dichas confrontaciones está ligada al poder.

“Básicamente siguen siendo conservadores y liberales en contra del pueblo y se diluye en 1974 pero, es solo hasta la constitución del 91 que hay una apertura para que otros partidos participaran de la política”, explica el sociólogo Osorio Carvajal.

“Para los actores armados, las masacres fueron centrales en sus estrategias de control de la población, por su capacidad para generar terror, desterrar y destruir a las comunidades”, cuenta el Informe General del Grupo de la Memoria Histórica. Foto recreada

Un duelo en silencio

“Todos sabían que había pasado, pero no querían hablar del tema. Cuando pasa algo así  nadie toca el tema, porque es doloroso saber que mataron a alguien, que uno aparentemente sabía que era buena gente”, así relata Nini Johana Amaya Pinto su experiencia, quien junto con su familia vivió la violencia en carne propia.

La psicóloga con experiencia en el duelo, Fanny Bernal Orozco, comenta que una masacre es una situación  dramática y puede desencadenar en estrés postraumático, no solo para quien lo vive sino también para el resto de la familia.

Por eso  el miedo, la rabia, el dolor, la ansiedad, la tristeza y la culpa son las emociones principales que sienten los dolientes, según el informe de Impactos y Daños Causados del Centro Nacional de Memoria Histórica, pero el temor de volver a vivir dicha situación y la pregunta  “¿por qué él y no yo?” se vuelve recurrente.

Ese sentimiento de culpa los afecta mucho, y más que hay comunidades que no reciben un apoyo psicológico; para poder tener un afrontamiento, una reorganización y resignificar su vida”, aclara Bernal Orozco.

“Nosotros manteníamos cuidado, uno no salía de noche ni nada, yo digo: no, de pronto me le hacen algo a la niña o quién sabe qué, o llegan aquí”. Fuente: La verdad de las mujeres, victimas del conflicto armado. Foto recreada

En el informe de Impactos y Daños Causados del Centro Nacional de Memoria Histórica se muestra que después de una situación con altos niveles de terror, las víctimas exceden el límite de afrontación, lo que ocasiona traumas, alteraciones de sueño, pesadillas y síntomas de depresión. Los duelos hacen parte del proceso, pero no todos son iguales. Bernal Orozco cuenta que  “no se podría decir quién sufre más, porque todo depende de su red de apoyo, sus estrategias de afrontamiento. Hay personas que no le tienen miedo a llorar, gritar o expresarse y, está bien, pero otras prefieren no mostrar”.

Así le pasó a Johana Amaya, quien comenta que en su familia que ese tema no se aborda. “A ellos no les gusta hablar de ese tema. Uno de pronto saca eso del papá y a ellos no les gusta, dicen que no, ese tema quedó en el pasado, se quedó congelado”.

“Yo en especial siempre me pregunto: ¿por qué a nosotros?, ¿por qué tuvo que pasar lo que pasó? Y todo se va acabando… se han ido perdiendo muchas cosas en nuestra comunidad, las costumbres.. Foto recreada

Las ayudas

La Ley 1448 del 2011, Ley de Víctimas, debe brindar una reparación integral a las personas afectadas, donde incluye la ayuda psicológica mediante el programa de Atención Psicosocial y Salud Integral a Víctimas (PAPSIVI). Dichos apoyos son citas psicológicas de manera familiar, individual y en comunidad, además de promoción y prevención.

Rafael Dufrán, quien también vivió la violencia, comenta que aquellos beneficios no se han visto en su municipio,  comentó que “de pronto si están dando las ayudas y todo, pero las inversiones muchas veces no llegan acá” y Nini Johana Amaya Pinto concuerda diciendo que las ayudas psicológica y económica nunca las recibió.

En Caldas, del 2013 al 2018, el programa PAPSIVI atendió a 348 personas de 123.694 caldenses que se registraron en la Unidad para Víctimas. Además, en el 2018 en los municipios de Aguadas, Marulanda, Norcasia, Samaná, Manizales y Supía se realizó una actividad, con una duración de tres meses y la participación de 12 psicólogos que ayudaron con la recuperación y rehabilitación encaminadas al bienestar de los integrantes del grupo.

Línea de tiempo de las masacres en Caldas

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Construir paz

Aunque en Colombia ha habido procesos de paz, leyes, acuerdos y decretos que buscan construir paz, esta aún no se ve. Sin embargo, López Becerra comenta que hay dos niveles de acción. “El primero es obligar al gobierno y al Estado a proteger a los líderes en Colombia, esa protección no solamente significa carros blindados o guardaespaldas, lo que se debe hacer es  brindar protección en función de las comunidades, lo que implica transformar esos territorios”, además afirma que  la otra forma para dejar la guerra a un lado es que los políticos intervengan en estas zonas con diálogos de paz.

Rafael Dufrán es un comerciante del Caquetá que ha vivido la violencia de primera mano, para él la forma más efectiva de construir paz es por medio de la educación.  “La paz se construye con inversión del  gobierno. Si se invirtiera en vías terciarias, en electrificación rural, en escuelas que les muestren otra opción de vida a los campesinos no habría tanta violencia. Por ejemplo, el internet  es una herramienta muy útil para mostrarle el mundo a las personas y que no opten por la opción más fácil, que los lleva al conflicto”.

En el informe del Observatorio de Paz y Reconciliación de Manizales, “Pensar la Paz Desde el Acuerdo Final: Una Mirada Nacional y Territorial” se afirma que:

¨El sentimiento mas visible en la guerra es la ira, convinada con la desilución de ver a como la vida que se ha construido se desvanece¨, afirma Nini Johana Amaya Pinto. Foto recreada

-Urgen esfuerzos integrales por concretar y aterrizar la implementación normativa del Acuerdo, tanto a nivel nacional, como en los departamentos y municipios. De igual manera es urgente avanzar en procesos de construcción de Paz desde la dimensión social y cultural desde los territorios.

-El contenido de Paz incluido en los Planes de Gobierno departamental y municipal, deben ser objeto de veeduría y seguimiento por parte de los diferentes actores sociales involucrados

-La ejecución de los planes, programas y proyectos contemplados dependerá en gran medida de la participación de estos.

“Pero en cuanto al conflicto sí se mejoró cuando se habló de la paz, se redujeron las matanzas. Pero ahora están volviendo, aparentemente en las ciudades o pueblos se ve calmado sobre ese tema, pero en las veredas no, ellos siguen matando”. comentó Johana Amaya Pinto, una de las 261 mil víctimas del conflicto y la violencia en Colombia.

Periodistas: Katrhryn Hernández Abadía, Dalila Orrego Zuluaga y Mariana López Holguín

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